
Tomar mucha agua u otros líquidos. A veces se confunde la sed con el hambre, por lo que puedes llegar a tomar bebidas con calorías extra, cuando solamente necesitas beber agua simple. Si no te gusta el agua simple, prueba las aguas de frutas o los tés, que tienen mucho sabor y pocas calorías.
Piensa en lo que puedes añadir a tu dieta, no en lo que debe llevar. Empieza por centrarte en comer las 5 o 9 frutas recomendadas por día, así cumplirás con tus necesidades de fibra y te sentirás más satisfecha. No olvides comer verduras mientras estás en tu trabajo, no solamente cuanto te acuerdas de que existen.
Cuando tienes hambre no siempre estás hambrienta. Cada vez que tengas ganas de comer pregúntate si realmente tienes hambre. El hambre es la forma en que el cuerpo te dice que necesita combustible, por lo que cuando el deseo proviene solo de una necesidad psicológica y no de una necesidad física, el cuerpo no queda satisfecho. Mantener porciones razonables te ayudará a estar más en contacto con tu cuerpo, tus sensaciones y tu saciedad.
Selecciona tus bocadillos nocturnos. Comer pastelillos ocurre con más frecuencia durante la noche que durante el día, pero la cena es un tiempo para relajarse y tomar algo ligero. Sentarte con una bolsa de papas fritas o de galletas no te ayudará en nada. Permítete un aperitivo bajo en calorías y una vez que estés satisfecha prueba una taza de té con calorías, eso te ayudará a mantener a tu cuerpo en equilibrio. Recuerda que tampoco se trata de secarlo de grasa, la grasa también es útil y te ayuda a mantenerte en pie todos los días.
Con información de: http://www.webmd.com